El Taller de gestión del conocimiento sobre agricultura resiliente al cambio climático para contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional y el derecho a la alimentación en América Latina y El Caribe, que tuvo lugar los días 12 y 13 de marzo del 2018, en Centro de formación de la Cooperación Española, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, organizado por AECID, FAO Y PROSALUS.
Con el objetivo de analizar estrategias y posibles alianzas para reducir los efectos negativos del cambio climático sobre la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe, se contó con la participación de expertos invitados de 12 países (Guatemala, El Salvador, Honduras, Cuba, Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, Bolivia, Costa Rica, Chile y España), y ha conseguido unir a representantes de organismos multilaterales, ministerios, centros de investigación y organizaciones civiles, con el fin de enriquecer el debate y la búsqueda de soluciones y sinergias en torno a la mitigación de los efectos del cambio climático en la agricultura.
CORDES estuvo representado a través de Jorge Argueta Rivas, gerente de la región II Cuscatlán Cabañas, dicha participación se logra desde la experiencia desarrollada desde el trabajo con técnicas agroecológicas, implementadas con proyectos de cooperación internacional, con nuestra organización socia con sede central en Valencia (CERAI).
Retomando las conclusiones identificados por CERAI, se identifica que:
Se estableció la necesidad de fomentar la capacidad de resiliencia de los sistemas productivos como la mejor forma de hacer frente a las eventualidades que genera el cambio climático. Así, se determinó que los sistemas agroecológicos tienen más capacidad resiliente que otros sistemas menos integrales.
Las directrices prácticas que se recomendaron pasan por mejorar la actividad biológica de los suelos, aumentar su cobertura, diversificar los cultivos en las fincas, practicar alternativas de cultivos y rotaciones, recuperar semillas locales y autóctonas, más resistentes al clima local de cada zona y reforestar las cuencas de los ríos, entre otras.
Al mismo tiempo, se identificó la necesidad de fortalecer las organizaciones sociales y de campesinos como elementos fundamentales para asegurar la capacidad de resiliencia de las poblaciones, primeras afectadas por la inseguridad del clima.
Así, la problemática de la inseguridad climática y sus consecuencias no se trató sólo desde una perspectiva productiva, sino también social, donde se identificó la necesidad de actuar desde lo local en la puesta en marcha de mejoras concretas adaptadas a la diversidad cultural y ecosistémica, tanto desde las instituciones sociales, como en el nivel local, nacional y regional.
Para la elaboración de políticas correctoras, se identificó la necesidad de generar buenos trabajos técnicos y estudios científicos de referencia, que constituyan una base solvente para estas políticas. Es en este punto en que se basa el trabajo de CERAI, que aporta y aportará su experiencia en favor de una América Latina donde las estrategias de seguridad alimentaria sean más sólidas y resilientes.